En conversación en “Buenas Noches a Todos”, Carola de Moras recordó un importante llamado que recibió en el 2014, cuando hace poco tiempo había arribado a Chilevisión y le propusieron ser la animadora del Festival de Viña.
Todo fue con motivo de un reemplazo, pues la conductora que estaba en conversación en aquel entonces no llegó a un acuerdo con los productores, quienes tuvieron que buscar una nueva alternativa.
“Cuando me llamaron para hacer el Festival de Viña yo recién llevaba un tiempo en Chilevisión, me llamaron un día equis y me dijeron: ‘En realidad tenemos un problema con la animadora actual, queremos que tú seas la próxima animadora’.
Cuando recibió la noticia no se lo pudo creer pues fue pocos meses antes de su realización, pero lo que vino después fue aún más increíble y duro de afrontar, pues cuando llegaron los ensayos oficiales, Carola de Moras tuvo que enfrentar múltiples desafíos.
“En los primeros ensayos estaba bloqueada, no me salía ni una palabra. Me tropezaba, no entendía, no escuchaba, estaba bloqueada. Te juro por Dios que dije: ‘Yo no sirvo para esto’”.
Carola De Moras habla sobre su preparación para animar el Festival de Viña
Para lograr hacerle frente a sus problemas para desenvolverse en el escenario de la Quinta Vergara, para Carola de Moras fue fundamental contar con la ayuda de fonoaudiólogo, pero por sobre todo con la importante labor de Maitén Montenegro, quien le ayudó a soltar sus inquietudes.
“Iba a su taller a trabajar con ella, me hacía sus ejercicios, que es parte de su dinámica para trabajar, para sacar personalidad y para aprender desde la sensación incómoda en el escenario y así tener herramientas”, comentó.
Las sesiones que tenía Carola de Moras eran muy diversas, en los que debía realizar múltiples ejercicios para identificar y mostrar sus emociones para comprender y poder trabajar con la incomodidad.
“Me era difícil porque me hacía ejercicios raros, pero hoy día los entiendo y tenía toda la razón. Era raro como hacer oraciones todas con A. Te juro que llegó un momento en el que se rompió el cascarón y me empezó a gustar este vértigo de sentirme incómoda, de sentir que estaba en una parada donde la incomodidad me ayuda a potenciarme”.