"Avatar: The Way of Water" estrena 13 años después de "Avatar", la película más exitosa de todos los tiempos. La anunciada secuela tantas veces retrasada al fin se podrá ver en las pantallas de cine del mundo.
La película de James Cameron es justamente lo que promete: un espectáculo visual que muestra los alcances de la tecnología puestos al servicio de la narrativa cinematográfica. Indudablemente un visionario que sorprendió con sus dos películas de "Terminator" y con su tan gustada como denostada historia romántica impecablemente filmada "Titanic", James Cameron vuelve a conjuntar su habilidad para contar historias emocionantes con sus obsesiones.
El océano, evidentemente, es una de ellas.
De qué va Avatar: The Way of Water
Lejos de enfocarse una vez más en Jake Sully (Sam Worthington), el soldado parapléjico que primero tenía la misión de infiltrarse entre los na'vi para sacarlos de su árbol sagrado y terminó como su líder para expulsar a los humanos invasores de su planeta, ahora la historia se centra en sus hijos, tanto los tres biológicos que procreó con Neytiri (Zoe Saldaña) como los dos adoptivos, quienes buscan su lugar en el mundo.
Cuando una misión humana regresa a Pandora, comandada por una versión recombinada del coronel Quaritch (Stephen Lang), el jefe de seguridad de la RDA en Pandora muerto en la invasión de la primera película, Jake cree que lo mejor es abandonar el bosque y refugiarse lejos de allí para evitar la confrontación.
Así, no sin reticencias, van a los pueblos del mar, con el clan metkayina, donde la familia tendrá que aprender a adaptarse. En las más de tres horas de duración, Cameron y sus guionistas Rick Jaffa y Amanda Silver realizan prácticamente una clásica historia de maduración y crecimiento, muy en sintonía con las teen movies, para abordar temas del amor de la familia, las decepciones, el orgullo, la aceptación, el exilio y la búsqueda de la identidad a través de los cinco chicos: Neteyam, Lo'ak (sin duda el protagonista), Tuk, Kiri (sorprendentemente interpretada por Sigourney Weaver) y Spider.
Y no abandonan los temas de la colonización, el daño ambiental, la espiritualización, la explotación de los recursos naturales a costa de lo que sea y el desarrollo tecnológico en medio de un discurso antibélico sumamente violento.
Y aunque la película tiene problemas de ritmo en el primer acto y algunas decisiones extrañas de la historia en el segundo (las instrucciones de la jefa de la base humana que crece implacablemente en un año, por ejemplo), tiene un clímax impresionante y sorpresivo.
Una vez que Cameron inicia su último acto, "Avatar: the Way of Water" no suelta al espectador con su portentosa secuencia de acción que da giros y giros, poniendo contra las cuerdas a uno y otro bando. Los seguimientos a los personajes y los combates tienen un cuidadosa atención a los detalles pero, sobre todo, un manejo de las emociones que, aunque manipulador, atrapa la atención que al final recibe la recompensa de la espectacularidad prometida.
A pesar de las inconsistencias, "Avatar: the Way of Water" es un sólido festín fílmico, un cierre espectacular del cine de 2022 que ya tiene a James Cameron compitiendo por el Globo de Oro a mejor dirección y por mejor filme.
Por cierto, el largo tiempo que la historia transcurre bajo el mar es simplemente espectacular, digno de verse en una pantalla IMAX 3D.
VIDEO: Ve el tráiler de "Avatar: the Way of Water"