Guillermo del Toro conoció el libro "Nightmare Alley", de William Lindsay Gresham, en 1993, cuando se lo dio el actor Ron Pearlman, con quien ya había trabajado en "Cronos". Entonces no estaban disponibles los derechos, pero ya lo tenía en la mira. Varios años más tarde, Kim Morgan, coguionista y esposa del cineasta mexicano, escribió el guion sin saber que los derechos ya estaban disponibles.
"Simplemente lo escribió y entonces cuando se enteraron que ya estaba disponible, los astros se alinearon. Y realmente es interesante porque 28 años atrás no creo que él (Guillermo) hubiera hecho la misma película. Así es cómo el universo funcionó para nosotros: se tomó su tiempo y llegó cuando debía llegar, y él tomó la oportunidad cuando llegó".
La voz es de J Miles Dale, productor que ha trabajado con Del Toro desde la serie de vampiros "The Strain" y, luego, en la exitosa y multipremiada "La forma del agua". Dale explica que esta nueva adaptación de la novela de Gresham (la primera fue de 1947) no es un remake, pues aquella película protagonizada por Tyrone Power y dirigida por Edmund Goulding prefirió no ahondar en varios temas del libro.
"Este nunca intentó ser un remake, pero sí quisimos incorporar algunos de los elementos del libro en la época –explica Miles–. Guillermo quiso hacer muchas cosas que reflejaran la época, cercanas a la época, hizo un estudio concienzudo del noir, incluso cuando nunca quiso que esto fuera una película noir, solo quería honrar las tradiciones del género, como para abrazar los temas del libro. Era parte del objetivo".
En "Nightmare Alley", que estrenó el 17 de diciembre en Estados Unidos pero que este 27 de enero tiene su estreno en varios países latinoamericanos y europeos, si bien Del Toro no tomó literalmente las criaturas fantásticas que suelen poblar sus historias, sí recuperó el tema de toda su filmografía: la toma de decisiones que nos definen.
Explica Miles Dale: "Al personaje de Stan (Bradley Cooper) en nuestra película, la gente lo acompaña en su viaje, qué decisiones haríamos en esas circunstancias: una cosa es ser ambicioso y otra tener una ambición ciega y hacerlo sin tener una meta clara y sin ningún sentido de la identidad. Todos los que puedan ver este filme se podrán mirar al espejo y decir: ¿qué haría en esa situación particular, cuál es mi moral? Ese tipo de proyección puede llegarle a cualquiera".
Para el productor, un gran acierto del filme fue construir una feria real en vez de utilizar un set en un estudio o generarla digitalmente. "Es parte de lo que quisimos hacer y de lo que el universo nos dio cuando quisimos hacerlo: funcionó para los actores porque estaba helando, el viento soplaba y las luces estaban ahí. Al final fue muy importante para la película, para sentir que estábamos no en un estudio, sino en otra parte. Fue una decisión que tomamos muy temprano e hicimos la feria en el verano pero regresamos en el otoño, y todas las atracciones y carpas habían sido golpeadas por el sol y el viento y tenían un aspecto de avejentado natural que fue bellísimo. Fue la decisión correcta, quizá la mejor de todas".