Celebridades

El trauma de la infancia del Rey Carlos III: El abrazo de sus padres que nunca llegó

El Rey Carlos III vivió momentos de extrema soledad cuando era apenas un niño. Sus padres, la Reina Isabel II y el príncipe Felipe de Edimburgo, no fueron los más familiares ni cercanos a sus hijos, estaban muy ocupados con sus responsabilidades con los títulos. Le faltó mucho amor y un gran abrazo que el actual Monarca pedía a gritos pero nunca llegó. 

Así lo relata el escritor Christopher Andersen, el autor de obras sobre la vida de Lady Di y otros miembros de la Realeza Británica. Él ha dedicado gran parte de su vida a estudiar a la Familia de la Corona fuera de sus obligaciones, en una imagen más humana, cercana y personal.

Publicará en los próximos meses una biografía del nuevo Rey Carlos III, proclamado pero aún no coronado. En ella veremos numerosos capítulos de la vida del Monarca desde que era un niño, sus polémicas, escándalos de adolescente, su siempre tranquila personalidad y finalmente su destino como Rey de Inglaterra.

Rey Carlos III tuvo una infancia muy sola

Como adelanto de su material el autor ha publicado una que otra curiosidad, una de las que más ha llamado la atención justamente es la que recuerda lo mucho que le hicieron falta sus padres en la infancia. Tenía a la Reina Madre, su abuela, quien tomó el importante papel de mamá cariñosa, pero a decir verdad, la Reina Isabel nunca fue esa figura maternal que todos imaginamos y su esposo, el príncipe Felipe del otro extremo le exigió demasiado a la tranquila y sumisa personalidad de Carlos. 

Desde niño lo prepararon como heredero al trono para asumir el importante rol y aunque le costó mucho trabajo, finalmente logró aprender todo lo que debía aprender. Christopher Andersen reveló algunos secretos del Rey Carlos III, por ejemplo que siempre viaja con su propio váter y un osito de peluche que tiene desde su infancia. 

Este juguete es muy unido al padre del príncipe de Gales pues tiene más de 70 años con él y le tiene un cariño muy especial pues era su compañía cuando no encontraba el abrazo que siempre quiso de sus padres. La única persona que ha podido tocarlo es su antigua niñera Mabel Anderson.

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