Silvia Pinal, quien cumplió 92 años el pasado 12 de febrero, es una de las actrces más importantes de México; es reconocida por varias generaciones que hasta la actualidad se emocionan con su talento que quedó plasmado en sus películas, actuaciones en televisión o en el teatro.
La vida de la última diva de la Época de Oro del Cine Mexicano ha estado plagada de grandes recuerdos, emociones, pero también de diversas polémicas que la acompañarán por siempre. Uno de los aspectos que más ha llamado la atención es su vida amorosa, que dio origen a la conformación de una de las más poderosas de la industria, pero que también le ha dado varios dolores de cabeza.
Silvia Pinal estuvo casada cuatro veces durante su vida, y tuvo un total de cuatro hijos; sin embargo, cada uno fue más polémico que el anterior. Pero su gran belleza también llamó la atención del artista mexicano Diego Rivera, a quien conoció cuando tenía 25 años y ya era una figura consagrada del cine mexicano.
En ese entonces, la actriz ya había protagonizado varias películas junto a estrellas como Pedro Infante y su carrera estaba en el punto en la cima; la historia dice que conoció al muralista gracias a un arquitecto que trabajaba en su casa, ya que él fue quien la animó a ir a su estudio para que la inmortalizara en una pintura, aunque en varias entrevistas reconoció que siempre le dio pena pedirle que la pintara.
Diego Rivera la inmortaliza en pintura y le pone un apodo
La fama de Diego Rivera era conocida en el ámbito internacional, pues ya estaba consagrado como un ícono del arte mexicano por lo que la diva del Cine de Oro no dejó pasar la oportunidad de conocerlo. Su primer encuentro fue en una reunión informal y tras una breve charla, él se ofreció a hacerle un retrato al desnudo.
Pinal rechazó la oferta de posar en sin ropa, pero aceptó que hiciera un retrato mucho más recatado porque quería que la obra estuviera en el salón principal de su casa y así fue como pactaron que la estrella de cine modelara para uno de los pintores más importantes de México y el mundo.
“Para mí fue una experiencia nueva, nunca me habían pintado y yo quería que me pintaran. Menis Rosell, un arquitecto que trabajó conmigo muchos años y que quise mucho me dijo: 'Ve a decirle (a Rivera) que te pinte'"”; pero yo le respondí: “Estás loco, ¿cuánto me va a costar? No obstante, él insistió y me dijo: “Vamos, luego hacemos cuentas. No te va a cobrar nada que no puedas pagar", contó.
De tal forma, y mediante la intervención de sus amigos, Diego le pidió a Silvia que posara para él y durante tres meses, sus encuentros se volvieron algo cotidiano, hasta noviembre de 1956, cuando se terminó la obra que actualmente está valuada en más de tres millones de dólares, es decir, unos 60 millones de pesos mexicanos. Rivera no le cobró nada a Pinal por el retrato, a pesar de que ella sí intentó pagarle.
Fue entonces que, la diva del cine mexicano obtuvo un cariñoso “apodo” por parte del pintor, Diego Rivera se dirigía a ella siempre como “Chamaca”, según relató la propia Pinal en entrevista con Gustavo Adolfo Infante. “A partir de ese momento ya siempre me dijo así, chamaca para esto, para aquello”, relató.