El príncipe Harry y Meghan Markle regresaban a Londres de Canadá, donde pasaron la Navidad, en enero de 2020. Ya llegaban con la idea de mudarse a América del Norte y Harry, según cuenta Valentine Low en el libro próximo a publicarse "Courtiers: the Hidden Power Behind the Crown", hizo la petición por correo electrónico.
"Sin embargo, la respuesta que recibieron fue que esto requeriría una conversación familiar adecuada", se lee en el libro. "También se les dijo que la primera fecha en que la familia estaría disponible era el 29 de enero". No se sabe si la respuesta fue del entonces príncipe de Gales o su secretario privado, pero sí que le cayó muy mal a los Sussex. "Alimentaba la narrativa de que la maquinaria del palacio o el resto de la familia no los tomaban en serio".
Harry quiso reunirse con su abuela, la reina Isabel, antes de irse a Canadá, pero como respuesta le dijeron que no estaba disponible. "Se dice que eso enojó tanto a Harry que por un tiempo consideró conducir directamente desde el aeropuerto a Sandringham para visitar a la Reina sin previo aviso. Eventualmente abandonó la idea, pero fue una señal de su frustración que incluso contemplara tal movimiento", se lee en uno de los múltiples extractos del libro publicado por el diario británico The Times, del que Low es colaborador.
"Dado que la pareja anunció sus planes de retirarse el 8 de enero y que la familia real se reunió para discutirlo cinco días después, el 13 de enero, la llamada cumbre de Sandringham, parece que la agenda familiar era bastante más flexible de lo que parecía originalmente".
Escribió Low: "Harry y Meghan se sintieron acorralados, incomprendidos y profundamente infelices. Si el resto de la institución no se daba cuenta de eso, incluso si sus demandas no eran razonables, las negociaciones de salida nunca terminarían felizmente. No es controvertido sugerir que los Sussex considerarían las conversaciones como un fracaso".
Añadió: "Querían encontrar un compromiso por el cual pudieran vivir parte del año en el extranjero pero llevar a cabo algunos deberes reales en casa. No se encontró tal compromiso. En cambio, perdieron sus deberes reales, sus patrocinios, las afiliaciones militares de Harry, su seguridad, sus ingresos del Príncipe de Gales y, para fines oficiales de todos modos, sus títulos de Su Alteza Real. Prácticamente lo perdieron todo, excepto la libertad de hacer exactamente lo que quieren".
