El príncipe Harry, quien siempre ha sido más abierto a compartir un poco sobre el dolor que experimentó, tras la muerte de su madre, la princesa Diana, confesó hace un par de años cómo fue la última vez que escuchó su voz.
En un relato desgarrador, el hijo menor de Lady Di, narró que fue a través de una llamada telefónica la última vez que habló con su mamá. En ese entonces tenía 12 años e insistió en cortar la comunicación porque estaba impaciente por salir a jugar al jardín.
“Realmente no puedo, necesariamente, recordar lo que dije. Pero todo lo que recuerdo es probablemente, ya sabes, arrepentirme por el resto de mi vida de lo corta que fue la llamada telefónica”, dijo el príncipe Harry.
"Y si hubiera sabido que era la última vez que iba a hablar con mi madre, las cosas que le habría dicho", agregó.
El trauma del príncipe Harry en los funerales de su madre
El duque de Sussex, que en los últimos años ha protagonizado grandes escándalos en compañía de su esposa Meghan Markle, en esa misma conversación, recordó cómo se sintió en el momento en el que tuvo que caminar con su hermano William y su padre, el príncipe Carlos, detrás del ataúd de su madre, mientras las miradas de los asistentes y de la prensa los perseguían.
“Mi madre acababa de morir y tuve que caminar un largo camino detrás de su ataúd, rodeado de miles de personas que me miraban mientras millones más lo hacían en la televisión. No creo que a ningún niño se le deba pedir que haga eso, bajo ninguna circunstancia. No creo que suceda hoy”, señaló.
En otro documental, publicado hace cinco años, el príncipe Harry reconoció la labor de su padre, que pese al dolor de haber perdido a su esposa, nunca se alejó de sus hijos.
“Era el único de los dos que quedaban, e intentó hacer todo lo posible y asegurarse de que estuviéramos protegidos y atendidos. Pero ya sabes, él también estaba pasando por el mismo proceso de duelo”.
Asimismo en otro documental sobre salud mental con Oprah Winfrey a cargo, el príncipe Harry se sinceró y reconoció que la muerte de su madre le generó ansiedad y ataques de pánico, entre los 28 y los 32 años, mismos que provocaron que cayera en excesos de alcohol y drogas.