Es curioso, pero la carrera de Angélica María empezó en la actuación y no en la cantada. De niña, la llamada "Novia de América" debutó en el cine e incluso ganó un premio Ariel, el galardón que reconoce lo mejor del cine mexicano, en sus primeros años de vida.
Hoy una leyenda, el nivel de la actuación que mostró en su niñez no lo volvió a mostrar salvo en aquella comedia psicodélica “5 de chocolate y 1 de fresa” (1968), escrita por José Agustín, en la que interpreta a una monja cuya personalidad se desdobla cuando consume hongos alucinógenos.
Así empezó Angélica María
Se cuenta que Angélica María, nacida en 1944, pidió que le cortaran el pelo para ser parte del proyecto cinematográfico del productor Gregorio Wallerstein, del que se enteró cuando fue a una fiesta con su tía Yolanda Ortiz. Así consiguió su primer papel, como Miguelito, en "Pecado", drama protagonizado por Roberto Cañedo. La actriz tenía 6 años cuando la filmó.
Apenas un año después, en 1951, trabajó en "Mi esposa y la otra", un dramón del cine de la época en el que actuó con Arturo de Córdova y Marga López. La pequeña Angélica María hizo a Cermelita, la hija pequeña de un hombre que esconde a sus tres hijos de su nueva esposa. Por este personaje, Angélica María fue reconocida con el premio Ariel como mejor actriz infantil.
Unos años después, en 1955, Angélica María debutó en el teatro en “La mala semilla”, un proyecto teatral llevado a buen puerto por Rita Macedo.
En su crítica, Armando de María y Campos escribió: "La noche del estreno, la niña Angélica María representó como Rhoda. Es peligroso siempre aventurar juicios sobre los niños más o menos prodigios. El caso de Mozart y Pascal no son frecuentes. Ni, en nuestro medio teatral, el de Esperanza Iris, que como Angélica María o María Rojo (actriz hoy también célebre con la que alternaba funciones), empezó muy niña el teatro, y acabó sin defraudar sus comienzos. Revela una excepcional disposición para actuar, por su dominio, memoria y talento para usar la gama de matices que la habrá ensayado el director. Quede aquí registrado su excepcional debut".
Rafael Solana escribió: "Otro excelente acierto es el de la niña Angélica Hartman, arielada en nuestro cine, una actriz completísima, la mejor infantil de mucho tiempo. Es también monísima, y acusa temperamento".
El papel no era fácil: era el de una niña con inclinación asesina.
Ese mismo año trabajó con Pedro Infante en “Los gavilanes”, uno de los últimos proyectos fílmicos del prolífico ídolo mexicano.
Angélica María Hartman Ortiz, nombre completo de la cantante, contó alguna vez cómo Pedro Infante la guió como actriz: "Él fue conmigo y me dijo que tenía que llorar y se puso a llorar conmigo. Lloré inmediatamente y me dijo 'A ver, ponte triste, ponte alegre. Tú vas a ser una gran artista porque hablas con los ojos como yo, pero no se lo digas a nadie'".
En los años sesenta, Angélica María optó por una exitosa carrera como cantante en la nueva ola de rocanrol que se extendió por México y América latina. Sus incursiones en cine fueron mínimas y salvo la mencionada “5 de chocolate y 1 de fresa”, y “La verdadera vocación de Magdalena” (1972), el debut del cineasta Jaime Humberto Hermosillo, sus escarceos son poco memorables.
También hizo carrera en las telenovelas. Es mamá de Angélica Vale.