Olga Borisova recibió, en nombre del colectivo feminista ruso de punk-rock Pussy Riot, el Premio Alan Turing por su compromiso en la defensa de los derechos la comunidad LGTBIQ+ en un país como Rusia.
Víctimas de la persecución gubernamental por parte del gobierno de Vladimir Putin, las Pussy Riot saltaron a la fama mundial por su protesta en la catedral de Cristo Salvador, en Moscú, donde pidieron a la virgen el milagro de que las liberase de Putin.
Borisova dijo en entrevista con EFE en Tenerife recogida por "La crónica de hoy": "El gobierno ruso actual está diseñado para intentar suprimir todas las opiniones disidentes, Putin puede acallar a quien quiera si así le parece y es lo que hace".
Pero las Pussy Riot no paran de alzar la voz. Y aunque alguna ha tenido que huir escondida, una de sus denuncias más frecuentes es sobre la homofobia del gobierno de Putin. "En Rusia existe una ley contra la propaganda homosexual que pena la apología de esta orientación, pero ni el documento ni ningún político define exactamente cuál es el delito concreto".
Bajo esa ley, continúa, si una pareja del mismo sexo se da la mano por la calle se expone a ser detenida por "propaganda", de forma que "tú puedes salir del armario si quieres, pero no llevar una vida natural acorde con tu orientación sexual, porque nunca sabrás si vas a acabar presa por un beso, una caricia o una mirada".
En Chechenia, dijo Borisova, existen prisiones específicas para miembros del colectivo LGTBIQ+. "Desaparece gente que, casualmente, tiene una tendencia sexual determinada. Y no vuelven a aparecer", dice.
La privación de derechos en Rusia no solo golpea al colectivo LGTBIQ+, advierte, sino también a las mujeres, de forma que en muchos casos las víctimas de violencia machista “no se atreven a denunciar porque no se sienten protegidas por la policía y sienten que su declaración se puede volver contra ellas”.