Lady Di fue un icono de estilo adelantado a su época con looks inolvidables y muy originales. Su vestido de novia es una de las piezas más históricas para la realeza británica y es tan elegante, misterioso y único como era la también conocida como "Princesa del Pueblo".
Todos esperaban que fuera creado por grandes diseñadores de renombre; sin embargo, Diana eligió a una pareja muy talentosa pero poco conocida: Elisabeth y David Emanuel. Un día la princesa Diana les llamó y sacó cita con ellos para probarse algunos vestidos que le habían gustado de sus colecciones y poco después recibieron la invitación para hacer el que sería la pieza más importante en su vida: el vestido de novia con el que llegaría al altar para convertirse en esposa del heredero al trono británico.
Era una gran responsabilidad, un vestido que verían millones de personas en el mundo y sería comentado hasta la eternidad. David Emmanuel, uno de los diseñadores, mencionó que este proyecto para él era "emocionante, abrumador, creativo y un verdadero privilegio".
El proceso de diseño fue bastante simple, menciona, pues fue una mezcla de ideas creativas que inició mostrándole a Diana los vestidos que tenían y la animaron a probárselos para que pensara con qué líneas se sentía cómoda. Nunca se había puesto algo parecido así que era muy importante que intentara otras opciones.
Estaba muy emocionada, revela, de vestir una pieza maximalista y disfrutó cada momento del proceso. "Fue un momento divertido para los tres, Diana tenía muy buen humor", mencionó.
Finalmente eligió un vestido enorme con grandes hombreras, cintura ceñida, una falda romántica muy grande y un largo, muy largo velo que se convirtió en un ícono entre las novias. Fue un momento complicado pues durante los meses de fabricación debían guardar silencio porque la prensa buscaba hasta en sus basureros alguna pista sobre el vestido de novia de la princesa Diana. Ponían telas y bocetos como trampa para desviar la atención.