Con su ascenso al trono de Reino Unido, el rey Carlos III se ha llevado la atención mediática de cara a su coronación. Por ello, su historia de vida es nuevamente ha cobrado importancia, en especial su compleja infancia.
Christopher Anderson, autor de "The King: The Life of Charles III", fue el invitado del último episodios del podcast Royally Us, donde habló sobre la etapa escolar del monarca y su fría relación con sus padres.
Según el experto real, el hijo de la fallecida reina Isabel, “en muchos sentidos, creo que es la figura más complicada, paradójica y enigmática que jamás se haya sentado en el trono, en contraste con su madre", ya que con la monarca había una sensación de que la gente la conocía y que ella "tenía un sentido de sí misma".
Pero con el rey Carlos III, el sentimiento es que aún está en un proceso de definición, lo que atribuye a que en su infancia, el padre de los príncipes William y Harry "era un niño desgarradoramente solitario".
El rey Carlos III sufrió bullying en una escuela privada
Y es que en 1962, un joven Carlos de 13 años fue enviado a una escuela privada en la costa norte de Escocia a la que su padre también había asistido. Una decisión que el actual monarca odió y que, según su biógrafo, calificó como "una sentencia de prisión". Además, aseguró que debió soportar un fuerte bullying mientras estuvo allí.
"Se sentía abandonado cuando iba a la escuela privada. Y creo que lo más impactante del libro es que no era muy querido. Me di cuenta de que según los estándares actuales, lo que pasó en la escuela se consideraría inaceptable", expuso Christopher Anderson.
Luego, agregó: "(Fue) golpeado por los otros estudiantes, tocado de manera inapropiada, colgado en la ducha y dejado allí. Estas son algunas heridas psicológicas profundas". Incluso afirmó que uno de sus compañeros aseguró que era un milagro que el hijo de la reina Isabel "haya sobrevivido con la cordura intacta" y que los niños "fueron simplemente sádicos".
Por esta razón, el rey Carlos III habría suplicado a sus padres de que lo sacaran de la escuela, escribiendo a sus padres "cartas muy, muy tristes".
Pese a ello, la reina Isabel y el rey Felipe no hicieron nada. La relación entre el joven y sus padres no mejoró con el pasar de los años. Ya de antes el vínculo venía dañado, ya que la fallecida monarca, al asumir como reina en 1952, se dedicó demostrar que era digna del cargo, dejando de lado a sus hijos. Eso llevó a que siempre estuviera alejada de ellos y cuando se reunían, ella era distante y poco afectiva.